Comunità Cenacolo Español - Official Site

 

“EMPECEMOS A CAMINAR”

Villa Rosa, 6 de marzo 2022

Hace dos años se realizó la inauguración de la primera casa para mujeres en Argentina y Latinoamérica, en Villa Rosa. Tras ese evento llegó la pandemia y se cerró toda posibilidad de fiestas y encuentros, pero la Comunidad seguía su camino, que no puede detenerse, para ayudar a los jóvenes y a los padres.

Así es que las chicas continuaron llegando, algunas del primer grupo fueron transferidas,  las puertas siempre estuvieron abiertas para recibir mujeres heridas, algunas con niños. Se fue formando un lindo grupo que fueron embelleciendo y dando vida a la casa. Gracias a Dios el covid fue bajando y se realizó la primera fiesta de aniversario con mucha alegría y mucha gente: todos muy felices de reencontrarnos, los viejos familiares y amigos y los nuevos.

Era una fiesta estar allí, con la bella decoración que habían hecho en el jardín, comenzaron con los bailes con gestos y todos bailaban y cantaban con alegría. En el momento de la Adoración, el Padre Diego acompañado por Jorge, ingresó con el Santísimo Sacramento y un silencio solemne acompañó la oración del Santo Rosario frente a Jesús Eucaristía. Fue muy emocionante cuando les dijo a los chicos y chicas que vayan junto a sus padres para la Adoración, esa cercanía con la familia, ese abrazo, sana muchas heridas del pasado.

Renovados espiritualmente, pasamos al almuerzo, como siempre abundante, especialmente los “chorizos y patys” que hace un amigo junto a su familia.

Luego de ese tiempo de amistad y alegría por el reencuentro, hubo algunos testimonios, entre ellos del Padre Carlos Chaves, amigo de la Comunidad desde el inicio, desde antes del inicio, quien con emoción insistió en “Empezar a caminar”, sigamos caminando, luego del “descanso” de la pandemia. Recordó que desde que Madre Elvira llegó en 2005, siempre estuvo presente el anhelo de la casa de mujeres y nos encomendó a la Virgen de Guadalupe. Hubo un baile muy logrado que emocionó.

La Santa Misa concluyó el evento: fue presidida por el Obispo Auxiliar de la Diócesis de Zárate Campana, Monseñor Justo Rodríguez y concelebrada por varios sacerdotes muy queridos por nosotros. En la homilía hizo hincapié en las tentaciones, cómo el diablo disfraza de buenas las cosas malas, cambia las cosas para lograr sus fines.

Todos nos fuimos con el corazón rebosante de alegría y de esa paz que nos llevamos de la Comunidad. ¡¡Empecemos a caminar!! ¡Unidos, juntos! Gracias

 

Hola, soy Lucía, tengo 25 años y vengo de Catamarca, Argentina. Conocí a la Comunidad hace 5 años, en el 2020 ingresé con mi hija, luego salí y estuve 2 meses afuera, pero Dios me llamó de nuevo a esta familia del Cenacolo y decidí “Empezar a caminar”. Esta es la segunda vez que vivo el aniversario de la casa de mujeres en Villa Rosa, pero esta vez fue diferente, pudimos recibir a muchas familias después de la cuarentena. Lo viví my fuerte porque llegaron mi hermana, mi sobrina y sobre todo, mi mamá, que no conocía nada de la Comunidad. Me sentía ansiosa para ver lo que ella pensaba del camino que elegí hacer. Pude verla feliz y emocionada por todo lo que la Comunidad hizo en mí y también por muchas familias, pude ser luz para ella. También recibí el don de hacer el baile En los ensayos hice dificultad para aprender los pasos, pero no quería decir que no y me empeñaba. Veía la amistad de los chicos y los responsables dándome confianza para hacerlo. Fue una gran experiencia porque pude enfrentar las dificultades y superarlas con amor frente a todos los presentes, familias y amigos. Pude hacer lo que nos enseña Madre Elvira: donarse, servir con amor y alegría, me sentía feliz de poder servir a cada persona que llegaba. Estuve contenta por cada hermana y hermano que se reencontraron con su familia. Agradezco a Dios y María que nos dieron la bendición de un hermoso día de sol para que esto fuera posible. Gracias Dios, gracias Madre Elvira por este proyecto hermoso y grande que crearon para todos nosotros y que hoy me enseña a amar, amar, amar y servir. Gracias.

 

Hola, soy Rocío, tengo 30 años y vengo de Perú. Para mí la fiesta de nuestra casa ha sido un tiempo de gracia donde he podido ver y sentir la misericordia y el amor de Dios en mi vida. Estaba viviendo momentos muy difíciles donde las cosas del pasado salían a luz, las heridas volvían a abrirse y cada vez me descubría más pobre. Esto me hacía sufrir, no era fácil, luchaba por encontrar la luz. Una vez, Hermana Mari me dijo durante la Novena de la Fiesta de la Vida: “Reza por una gracia que tu corazón necesite, el Señor se conmueve”. Durante la Fiesta, en la Adoración, rezaba a Jesús, para poder sacar todo o que me hacía sufrir, entregué mi corazón en las manos de Jesús. Cuando el Padre dijo que vayamos al encuentro de nuestros padres para abrazarlos, una mamá que yo no conocía me preguntó por mi familia, le dije que estaban en Perú y ella me abrazó muy fuerte: no sé qué pasó dentro de mí, empecé a llorar, no podía parar. Se acercó otra mamá y me abrazó también. Yo no entendía qué me estaba pasando por dentro. El Padre pasaba dando la bendición con Jesús Eucaristía: en ese momento sentí que un bloque de hielo se desprendía de mi corazón, sentía paz, me sentí amada y perdonada, una alegría inmensa brotaba. Podía ver la bondad de Dios a través de los abrazos de las familias. Gracias.

 

Hola, me llamo Edna, tengo 22 años y estoy feliz de ser parte de esta familia. Viví fuerte este segundo aniversario de la casa porque la mayoría de las chicas iban a vivir por primera vez una fiesta de la Comunidad y me tocaba ser lo más responsable con las necesidades de la casa, ya que soy una de las que la abrió. Mi mayor dificultad fue la inseguridad, tenía que acoger a las familias y hablar con ellas. Pero me superaba y pude hacer este paso. Me sentía feliz de poder servir. Me hizo feliz reencontrarme con algunos de los niños que pasaron por esta casa, me gusta compartir con ellos. Recibí el don de bailar: confieso que fue un desafío porque viví un poco de todo y dificultad para aprender algunos pasos. Pero sentí mucha amistad con los chicos y nos ayudábamos unos a otros, al final pude notar la felicidad de todos y se notaba el esfuerzo que habían hecho. Agradezco a la Comunidad por darme la oportunidad de testimoniar sobre mi historia y lo que vivimos. Amo la Comunidad porque es mi familia, me educó y me enseñó mucho. En esta casa cada día son nuevos logros y crecimientos que me hacen madurar y me fortalecen como mujer, me siento diferente desde que comencé este camino. Gracias!

 

VILLAROSA