Recibir a los jóvenes con dificultad

“Mi corazón se orientaba
hacia los jóvenes que se perdían:
los veía “sin pastor”,
sin punto de referencia,
a la deriva, con mucho bienestar,
dinero en el bolsillo, auto,
cultura, con todas las cosas
materiales, y sin embargo
tristes y muertos en el corazón.”

Madre Elvira

UNA ESCUELA DE VIDA
Los caminos para llegar a la Comunidad son bien diversos pero todos tienen en común el sufrimiento, la cruz. Y la pesada cruz que muchos jóvenes de hoy llevan adentro no es solo la dependencia de la droga sino la incapacidad de amar  y de vivir la propia vida. Madre Elvira siempre definió  el camino comunitario como una “Escuela de Vida” y que lo que la Comunidad propone a las personas que piden ayuda es aprender a vivir la vida en su totalidad con sus aspectos de alegría, de dolor, de cansancio, de amistad, de fiesta, de simplicidad, de lucha , de miedo, de coraje, de fragilidad…. El camino de la Comunidad nació  desde abajo y paso a paso, se fue desarrollando en una “escuela” de vida vivida, escuchando y aprendiendo de las “enseñanzas” de los mismos jóvenes y de sus familias, a través de la experiencia y el servicio de quien “se ensució las manos” cotidianamente para que renazcan las personas recibidas, por su sanación y maduración humana y espiritual. Con los años este camino se hizo fuente de esperanza y de salvación no sólo para muchos jóvenes con un pasado vivido en dependencias equivocadas, sino para muchas personas con otras experiencias de vida pero también deseosas y necesitadas de encontrar una respuesta verdadera para sus sufrimientos y para lo que esperan de la vida.

TRABAJO Y ORACIÓN
A todos los que llegan se les propone un camino de renacimiento basado en una vida simple, familiar, ordenada. La gratuidad, la amistad verdadera, la disciplina, compartir fraternalmente, el “Ora et Labora” – trabajo y oración- son los pilares con los que la persona vuelve a encontrar la fraternidad, el respeto, el orden, la esperanza, la dignidad, la paz y la alegría de vivir.

LOS COLOQUIOS – RECEPCIÓN
A los jóvenes con problemas de dependencia (droga, alcohol…) que quieren comenzar el camino comunitario se les pide que participen de algunos coloquios preliminares en los Centros de Escucha para conocer el estilo de vida de la Comunidad, para verificar si realmente quieren hacer un cambio, para que se preparen al ingreso a la Comunidad Además, este tiempo de preparación sirve para que los padres se involucren en este camino de renacimiento del hijo.

Se invita a las personas que están en terapia farmacológica a informar en su estructura sanitaria la decisión de comenzar el camino comunitario, para que  le programen la desintoxicación de los medicamentos antes del ingreso. El recorrido comunitario no se basa en una terapia farmacológica ni psicológica, sino que abarca la vida toda, en una reeducación y espiritualidad dentro del contexto comunitario. Creemos que los fármacos ayudan a la salud del cuerpo, pero, como dice Madre Elvira, estamos convencidos que “ninguna pastilla da la alegría de vivir ni el sentido de la vida”. Hay que ayudar al hombre herido a descubrir que su vida es un don de Dios para después aprender a vivirla y gastarla en el bien.

Después de los coloquios que se realizan en varias sedes el/la joven es invitado a realizar algunas “jornadas” de la mañana a la tarde en una fraternidad, para que realmente vea cómo se desenvuelve la vida comunitaria. Después, si lo desea y es idóneo para la Comunidad, es recibido.
La recepción es absolutamente gratuita: no se paga ninguna cuota.
Las familias pueden colaborar a través de los Grupos de Padres, según sus posibilidades y con total libertad.
No se reciben personas con problemas psiquiátricos (esquizofrenia, disturbios mentales graves) porque no podemos ofrecerles la asistencia médica que  necesitan. Además, hemos experimentado varias veces que esas personas no se adaptan al ritmo de vida de nuestras casas.

CUÁNTO DURA EL CAMINO
El tiempo de permanencia en la Comunidad varía según las heridas y las necesidades de cada uno, se abre a la libertad y a la responsabilidad de la misma persona y de la familia. Normalmente, a quien vivió muchos años en el mundo de las tinieblas y lleva heridas muy profundas, se le propone por lo menos tres años.
En el camino comunitario de maduración y de ayuda recíproca, cada uno madura las elecciones para su vida escuchando y verificando los deseos que, paso a paso, van naciendo en su corazón.
La mayor parte de las personas recibidas decide “regresar” al mundo, conscientes que los valores reencontrados en la Comunidad se deben vivir y custodiar…toda la vida.
Una “pequeña grey”, unos pocos, sienten en el corazón la llamada para quedarse un tiempo en voluntariado gratuito, dando una mano a las personas necesitadas que piden ayuda a la Comunidad. Sienten en el corazón el deseo de la restitución: “¡Lo que recibí, lo quiero donar!”
Madre Elvira dice a menudo a los jóvenes que el objetivo de la Comunidad no es sólo que “dejen de drogarse”, que “dejen” de hacer el mal, sino que sus propias vidas aprendan a amar, a hacer el bien, conscientes que la vida solo se realiza en la entrega de uno mismo.