ANIVERSARIO EN ESPAÑA!!


Foto Espaa 2Los pasados días 3, 4 y 5 de junio celebramos el aniversario de las Fraternidades de la Comunidad en España en la casa de Tarragona. Acudieron la mayoría de los chicos de las dos casas de España junto a sus familias y amigos de la Comunidad. Desde Italia vino Padre Massimo para celebrar estos días de enormes bendiciones.
Han sido días de tocar un poquito de cielo.

El viernes, día del Sagrado Corazón de Jesús, Don Massimo nos explicó durante la Santa Misa las doce promesas de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque para las almas devotas a su Corazón .

El sábado contamos con la presencia del arzobispo de Tarragona, Mons.Jaume Pujol, que presidió la Santa Misa. El Señor Arzobispo permitió que durante nuestro encuentro se considerara como Puerta Santa de la Misericordia la fraternidad de Cornudella (Tarragona) y así conceder el jubileo a todos aquellos que lo quisieran (y cumplieran con lo establecido para ganarlo). En la homilía el arzobispo nos habló de la Puerta de la Misericordia y de la posibilidad de ganar la indulgencia plenaria, en la que Dios nos perdona las penas de nuestros pecados, que siempre quedan después de la confesión porque hay que reparar el daño causado. Había varios sacerdotes confesando.
Al final de la Misa Padre Massimo nos dijo que la Comunidad es una gran escuela de Misericordia. En ella aprendemos a ser más misericordiosos, más pacientes, mejores personas.
Nos contó que cuando Madre Elvira abre una casa les dice a los chicos que se fía de ellos. Y eso cuando nadie confía en ellos, ni los padres, ni la familia, ni los médicos… El Padre Massimo nos animó a pedir este don de la confianza pues Dios sí se fía de nosotros. Tiene un gran deseo de que nuestra vida sea fecunda y misericordiosa.

El domingo empezó con una catequesis del Padre Massimo a las familias de los chicos:
Hasta ahora los padres hemos enseñado a nuestros hijos que la felicidad está en el dinero, en tener éxito… pero nuestros hijos no han encontrado la felicidad en estas cosas. La felicidad está en la cruz, en abrazar la cruz que te lleva a Jesús.
La televisión antes y el móvil ahora han destruido el diálogo en la familia. Nuestros hijos están enganchados al móvil: cuando se lo quitas se encuentran mal, les falta algo. Tienen como una crisis de abstinencia. Y cuando nuestros hijos entran en Comunidad los padres tenemos también una crisis de abstinencia, nos sentimos mal sin ellos, porque antes los queríamos mal. A los hijos hay que quererlos con un amor verdadero y hay que aprender ese amor.

FOto ESpaaLuego nos invitó a compartir con los otros padres lo que estábamos viviendo y nos hizo las siguientes indicaciones:
-No se juzga lo que dicen los demás
-No se cotillea
-Se escucha en silencio
-Tiene que haber acogida, amor entre nosotros tal y como somos. Nosotros creemos que los demás nos aman en base a lo buenos que somos. ¡Y cuánto nos hemos equivocado en nuestra vida por querer ser amados por los demás intentando responder a las expectativas sobre nosotros! Y luego nos hemos desilusionado porque en realidad no nos han amado. El único que nos ama sin condiciones, tal y como somos, es el Señor.

En Comunidad, un momento en el que nuestros hijos sienten el amor de Dios es cuando comparten sus experiencias, cuando uno tiene una herida en el corazón y la muestra a los demás, ellos le quieren más. Uno siente que no tiene que tener vergüenza de su pasado. Al revés, si el que tiene una herida no la comparte con los demás, está enojado y enfadado. Cuando la misericordia de Dios pasa por nuestras heridas las cura y nos convierte en testimonio del amor del Señor. Cuando nuestros hijos dan testimonio, hablan de sus heridas, del mal, de la droga, pero Jesús les ha resucitado y han curado sus heridas. Si pierden de vista a Jesús esas heridas se vuelven a abrir.
A veces cuando los padres ven a sus hijos en Comunidad les encuentran un poco mejor y se lo dicen. Pero nuestros hijos siguen siendo unos expertos manipuladores, siguen intentando ver si las heridas de los padres continúan. Los hijos prueban a los padres. Por eso es muy importante que si estamos pasando situaciones difíciles las compartamos, no tengamos miedo de decirlo. Cuando tenemos miedo lo primero que nos quita el demonio es la palabra, y así nos sugiere que lo mejor es no decirlo por ejemplo en la confesión por miedo a ver qué pensará de mí o si luego se sabrá…El mal es el espíritu mudo.
En la homilía dijo que las madres le han dicho muchas veces que sus hijos antes de entrar en comunidad estaban muertos. Y que nosotros, adultos, también antes hemos sido muertos vivientes. PERO nosotros somos hijos de la victoria. Hemos pasado de la muerte a la vida.
Madre Elvira decía en una entrevista: he entendido que la mayoría de las veces los chicos se drogaban porque se sentían oprimidos, asfixiados, como en un sepulcro sin aire. Se drogaban para sobrevivir porque no tenían aire, no podían vivir. Pero con la droga todavía fue peor, se hundieron más. Y entonces gritaron, “SEÑOR, SI EXISTES, SALVAME” y entonces el Señor dijo “Quitad la piedra del sepulcro”. Y los chicos salen a la vida.
Hay que saber que los sacerdotes no van a humillarnos sino que nos darán el perdón con el corazón porque en ese momento no son ellos sino Jesús el que actúa a través de ellos.
Si otra vez vuelve el sentimiento de culpa hay que confesarse de nuevo. Es signo de que tenemos una piedra enorme encima que Jesús quiere quitarnos del corazón. Hay que RE- CONFESARSE..
Nosotros, padres, todavía tenemos el sentimiento de culpa por nuestros hijos que se han drogado y eso puede ser parcialmente cierto, pero el Señor no nos castiga. El Señor tiene lástima de nosotros, como en el Evangelio, y ¿qué hace? NOS RESUCITA.
Después de 2000 años de Cristianismo, todavía creemos en el Dios del Antiguo Testamento, el Dios castigador. Tenemos que madurar nuestra fe.
Nuestros hijos tienen necesidad de vernos felices a nosotros. Vayamos detrás de Jesús. Pidamos el regalo de quitarnos todas las piedras que nos oprimen, que nos hacen estar tristes. Y pidamos el don de perseverar en la oración. Cuando estamos tristes, si volvemos a rezar, Jesús nos llena el corazón de nuevo.

Al acabar la Misa los jóvenes nos invitaron a comer, después pasamos por la Puerta de la Misericordia habilitada por el Arzobispo. Era la puerta de entrada de la Fraternidad de Cornudella. Primero pasaron los chicos, haciendo el gesto de apoyar la frente sobre la puerta unos segundos. Era un símbolo de que dejaban los pecados -que se originan siempre en la cabeza- en la Puerta Santa. Después pasamos las familias, juntas y abrazadas, en un acto muy emotivo.

Finalmente llegó la hora de irse a casa y con gran pena nos despedimos.