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18 AÑOS DE FE Y ALEGRÍA!! |
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FIESTA DE LA VIDA EN ARGENTINA, PILAR, 8 -9 DE DICIEMBRE 2023
“De las tinieblas a la Luz”
Este año, la Fiesta de la Vida de Argentina se celebró en Pilar los días 8 y 9 de diciembre, recordando aquel 8 de diciembre de 2005 cuando Madre Elvira llegó para abrir la primera casa de Argentina. Luego de los años de pandemia en los que poca gente podía venir… ¡este año vinieron todos!
El primer día, de la Inmaculada Concepción, el encuentro era para padres e hijos. Algunos se encontraban por primera vez, con la ansiedad por el encuentro había mucha alegría y lágrimas de emoción. ¡Comenzaron la Fiesta con los gestos, los jóvenes y las chicas habían ensayado mucho, y fue un milagro grande ver cómo contagiaban a los padres para bailar todos juntos!
Luego, la oración del Santo Rosario la hicimos también todos juntos. Al finalizar, el Padre Eugenio hizo una catequesis en la que invitó a confiar en la Comunidad para poder vivir estos días con alegría y fe. Algunas palabras fueron para los padres invitándolos a ellos también a obedecer como se les pide a los jóvenes, entrar en la propuesta de la Comunidad: una Comunidad que reza, que escucha, que baila y que comparte en la verdad. Invitó al consagrado Santiago a compartir su experiencia en el origen en esta casa, relató los inicios en 2005 y que Madre Elvira les dijo a los misioneros que no estaban para salvar a nadie sino para amar a cada joven que llegaba.
Luego celebró la Santa Misa, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la homilía reflexionó sobre María, sobre el “Aquí estoy”, “Dios quiere actuar, pero debemos dejarlo obrar en nosotros, saliendo de nuestro egoísmo”. El Padre exhortó a todos a decir “¡Aquí estoy!!”, en cada situación, como jóvenes y como familias.
Al fin de la Misa, finalmente jóvenes y padres pudieron disfrutar unidos de la cena y de un tiempo para compartir. El encuentro finalizó con una sentida Adoración Eucarística, donde el Padre invitó a cada uno a pedirle a Jesús lo que más quería y también fue el momento del abrazo con la familia, tan deseado y esperado.
Al día siguiente la Fiesta era abierta a las familias y a todos los amigos, que junto con los padres fueron los primeros en llegar, había mucha alegría en los saludos y encuentros. Los jóvenes y las chicas bailaban con gestos y los que llegaban se unían. El P. Eugenio habló sobre los comienzos y cómo Dios providente fue abriendo el camino. “Tengan un corazón dispuesto a la voluntad de Dios.”
La Santa Misa fue presidida por Mons. Justo, Obispo Auxiliar de nuestra Diócesis y gran amigo de la Comunidad, concelebrada por P. Carlos, P. Diego, P. Eduardo y Padre Liber. En la homilía, Monseñor reflexionó sobre la esperanza del Adviento, “tenemos que aprender a esperar, ser testimonios de luz y esperanza.”
Luego del almuerzo, preparado por los amigos, rezamos la Coronilla de la Divina Misericordia. Siguieron las danzas con gestos, y hubo muchos testimonios, el hermano Santiago tuvo una actitud de agradecimiento hacia los jóvenes, por cada don y por todo lo que se vivió en estos 18 años. Invitó a cada joven a encontrar y reconocer su don, su potencial, para poder caminar y salvar su vida.
Por la noche, hicieron el tan esperado recital, “El Nacimiento,” fue cautivante, muy lindo, se notaba el esfuerzo y cuántos ensayos que habían hecho para lograrlo. Jesús vino para todos, pobres y ricos.
Cuando todo terminó ya era bastante tarde, los ojos de los que se iban estaban brillantes, por la emoción del reencuentro, por la fe que calentaba los corazones y por sentir la unión verdadera en las familias. Nos fuimos de la Comunidad con el corazón rebosante de alegría, confiando más en los hijos y en la Comunidad, con el deseo de llevar a la vida lo que estamos aprendiendo en la Comunidad.
¡¡Gracias Señor, por estos días de alegría, de encuentro!!
¡¡Gracias Madre Elvira, por tu vida, por la Comunidad que ha sanado la vida de tantos jóvenes, y sigue sanando también a las familias!!
TESTIMONIOS
Esta Fiesta la viví con menos nerviosismo que la anterior, principalmente por dos motivos. El primero era que por fin iba a ser partícipe de la Fiesta actuando en el recital, algo que nunca hubiera imaginado y me generaba gran emoción poder mostrarle a mi hijo, a mis hermanos y a la mamá de mi hijo lo bien que me siento ahora, poder darles una sonrisa después de tanto mal. Tenía una gran satisfacción, algo impensado en su momento, pero hecho realidad. La segunda cosa fue el gesto de confianza de mis hermanos al verme y hablar conmigo, eso fue una inyección anímica para mí. Vivimos momentos únicos, difícil de explicar en palabras. La Adoración, con mi hijo al lado, rezando juntos, bailar los gestos con él, son momentos que quedarán grabados en el corazón, momentos que Dios, después de tanto daño, tanto dolor, tanta agonía, tenía preparados para mí. Era el momento para que ellos y yo sonriamos. Gracias a Dios y a la Comunidad pude devolver sonrisas. Cristian
Viví esta Fiesta con mucha inseguridad, pues no estaba seguro de quedarme cuando vino mi familia. Cuando bajan del auto veo a mi hermana mayor. Con ella no hablábamos de las drogas, Dios me dio la sorpresa por la que recé tanto. La abracé muy fuerte, lloramos juntos. Hacía mucho tiempo que no nos abrazábamos. Teníamos mucho rencor. Nuevamente la Comunidad me regala un día para sanar heridas profundas. Vivo muchas emociones, siento alegría felicidad, tristeza, pero la verdad me hace libre y descubro que soy feliz mirando las lágrimas de mis padres y hermanos que me veían como luz de la familia. Vivo uno de los mejores días de mi vida al ver cómo la Comunidad reparó a mi familia. Hacía años que no veía tan bien a mis padres, con una mirada de seguridad hacia mí, veo en sus caras la sonrisa que yo les había borrado tanto tiempo. Disfruto cada momento para transmitirles lo distinto que me siento. Nunca me había sentido tan vivo ni tan feliz. Me siento orgulloso del cambio que estoy haciendo en el día que tanto esperé celebrar, una Fiesta para agradecer a Dios por la vida. La vivo con tanta fe que estoy siendo resucitado, bailo los gestos con mucho amor. Me emociona ver las cuatro caras juntas y todas las familias emocionadas. Nahuel
Mi nombre es Virginia, tengo 21 años y hace tres meses que integro la Comunidad Cenacolo de Villa Rosa. Comenzaré a contar lo que viví en la Fiesta de la Vida de Pilar. Comenzando por bailar en el recital, lo viví con mucha alegría y emoción ya que poder bailar es algo que me gusta y poder empeñarme para dar lo mejor de mí para poder agradecer a la Comunidad por haberme dado este gran don.
También tuve la visita de mi familia que me dio la fuerza para tener más esperanza y perseverancia y más ganas de continuar el camino. La fiesta la viví con emoción y me generó gran satisfacción haber logrado los objetivos que se me plantearon y el ver tantas respuestas positivas de mi familia hacia mí gracias a lo que la Comunidad obra en mí. El padre Eugenio dijo que todo esto es un aprendizaje de vida para ponerlo en práctica a lo largo de mi camino y de mi vida. Virginia
La mañana del 9 de diciembre, sentí muchas emociones mientras me preparaba para ir a la Fiesta porque sabía que iba a encontrar muchas personas que había conocido a lo largo de mi camino. Cuando rezamos el rosario y saludaba a tantos amigos, sentí que había formado una familia en la Comunidad. Me llegó mucho lo que dijo el P. Eugenio de “Dejar obrar a Jesús en nuestras vidas y tener buena disposición.” Luego tuvimos la Misa con el Obispo auxiliar, abrí mi corazón para escuchar su homilía en la que hablaba de María y su sí a la voluntad de Dios. En la hora del almuerzo disfrutamos y recibí consejos y ánimo para seguir adelante. Luego de rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, Elisa y Junior hablaron de sus vidas en la Comunidad: veía que ellos confiaron en la Comunidad y abrieron sus oídos. Eli habló de la admiración que sentía por Madre Elvira y de su confianza en nosotros, sentí una gran emoción en mi corazón hasta las lágrimas. Daba gracias a Dios por ella y por todo lo que logró que ahora estaba disfrutando yo. La Adoración la viví con entrega, dejando a Jesús obrar en mi vida, lloré mucho y sentía su presencia, el Padre pedía que nos abrazáramos y lo hice con gestos de amor hacia mis hermanas. El recital lo viví con alegría y veía cómo había podido superar en mi camino algunas inseguridades y miedos y disfrutaba contando la historia del nacimiento de Jesús. Al finalizar P. Eugenio nos dijo unas palabras a los jóvenes felicitándonos por lo que habíamos logrado y que nos tenía que dejar una enseñanza para la vida. Luego nos fuimos despidiendo con bailes con gestos y me sentía feliz y con paz en mi corazón. Hazel
ARGENTINA |
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