PROVIDENCIA |
“Durante la jornada repetimos a menudo Madre Elvira
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LA CONFIANZA EN LA DIVINA PROVIDENCIA
(De una catequesis de Madre Elvira)
“Me preguntaba si sería justo pedirle a los padres una pequeña cuota mensual. ¿Pero cómo se hacía para pedirles dinero a las familias desesperadas y a menudo desangradas? Entonces me dije:¡¡No!! Y lancé un desafío al Señor: “Tú eres Padre y yo te he encontrado, en tu esplendida paternidad. Yo voy donde Tú quieras, hago lo que Tú quieras, Tu voluntad, en cualquier momento que me la reveles. ¡pero Tú muéstrales a estos hijos tuyos qué Padre eres!” Y así fue. Nunca nos desilusionó. Siempre nos precedió y acompañó. La Providencia no se hizo esperar: a través de pequeños y grandes gestos de amor de gente buena, que creyó en la vida y en nuestra propuesta, siempre respondió a nuestras necesidades. Al comienzo de la Comunidad, recuerdo que muchas veces, en el pequeño y destartalado comedor de Saluzzo, hablaba a los jóvenes de la Providencia. Siempre tuve esta imagen: ir también ella a descansar.> Y recuerdo que los chicos, al oírme hablar de esta bellísima mujer, abrían los ojos, como si quisieran verla. Pero después comprendieron quién era: La Bella Señora es la ‘maternidad’ de Dios, la belleza del rostro materno de Dios, luminoso, fascinante, que se inclina tiernamente hacia nosotros cuidando a sus hijos. En todos estos años, lo puedo testimoniar con alegría, esta Bella Señora, la Providencia, no ha faltado ni una vez a la cita.
La Providencia también es la provisionalidad, la esencialidad, la pobreza. ¡Nunca pretendimos tener mermelada para el desayuno! Agradecíamos si había un poco de leche; pero si no había leche, se hacía té; si no había té se hacía una rica ‘tisana’. Los jóvenes nunca se quejaron, comieron ‘pan y manzana’ como nosotras, nunca pretendieron nada porque en el fondo, el único deseo que tenían era volver a vivir, darle un sentido a la vida, creer en la vida. Por esto también tengo que agradecer a la Divina Providencia que nos hizo vivir experiencias extraordinarias: muchas veces los jóvenes tocaron con las manos la paternidad de Dios justamente a través de la Providencia y así conocieron un Dios vivo que cuida y provee a sus hijos, fueron aprendiendo a confiar en Él.”