David

 

David colombiano

Me llamo David, tengo 23 años y soy colombiano. Nací en una familia numerosa y creyente, soy el mayor de los hermanos. Cuando tenia seis años mis padres quisieron ir a vivir a España, al llegar me sentí extraño porque me sentía distinto a los otros chicos, ademas era tímido y muy introvertido. Desde muy pequeño creía en Dios y tenía fe pero cuando empezó mi adolescencia mis padres se separaron por problemas en la familia. Sentí mucho el abandono por parte de mi madre y la separación de mis hermanos pequeños. Este sufrimiento me hizo encerrarme en mí mismo y vivir en soledad, en la tristeza y la rabia contra el mundo por la incapacidad de poder hacer algo. Este fracaso me llevó a no creer más en Dios.

Mi padre trabajó por algunos años en discoteca y el ritmo de su trabajo no nos permitía tener una buena relación de padre e hijo, nos faltaba diálogo y tiempo para estar juntos. Desde muy joven tuve libertad para hacer lo que quería y elegir para mi vida. Luego de algunos años esta libertad se convirtió en mi peor esclavitud. Con la falsedad, la mentira, el miedo y la incapacidad para decir que no, llegó el colmo de la droga. En ese tiempo pensaba que tenía todo: amigos, libertad, diversión... y a los 18 años me di cuenta que mi vida no tenía sentido; que la tristeza, la soledad y la rabia habían aumentado y el vacío que tenía dentro de mí no lo podía llenar con las cosas que tenía.

En ese momento apareció la que hoy es mi familia, la Comunidad Cenacolo, que me acogió con los brazos abiertos, al mirar a los chicos que ya estaban adentro, me dio una nueva esperanza de creer en mi vida, en la verdad y en todos los valores que en la adolescencia había perdido con la droga. Mi entrada en Comunidad no fue fácil porque tenía miedo a vivir en el bien y a ser una buena persona, pero la luz que veía en la Comunidad me empujaba a intentar el cambio, y así fue. Hoy estoy contento porque he encotrado a Dios y al verdadero David, he tenido la bellísima posibilidad de curar mis heridas, de enfrentar la realidad y de reconciliarme conmigo mismo y con mi pecado.

Despues de dos años mi hermano entró en la Comunidad y desde ese momento volví a ver a mi familia unida y sonriente, con muchos problemas todavía pero con la fe para poder superarlos. Desde hace algunos años tengo la fortuna de vivir en la Fraternidad de Loreto, donde he podido profundizar mi fe y encontrar una familia, un grupo de amigos y hermanos que me quieren como soy y me ayudan a ir adelante. Hoy lo más importante para mí es la oración para poder vivir bien y en todo momento ser capaz de testimoniar la Resurrección del Señor en mi vida y en mi familia. Hoy puedo decir que gracias a Dios el túnel del fracaso se ha convertido en mi vida en puente hacia la salvación.

Agradezco de corazón a todos aquellos que en mi camino me han dedicado su tiempo y sus palabras, para que yo apreciara el grandísimo don de mi vida, porque gracias a su ejemplo en mi corazón ha nacido el deseo de dar parte de mi vida a chicos como yo, que necesitan creer en el bien. Mi mayor alegría es poder ser útil para el mundo con los pequeños pasos que cotidianamente puedo dar en el bien. Gracias.

David