VISITA EN LIBERIA... |
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Liberia, agosto 2024
Queridos todos, les compartimos nuestro viaje a Liberia desde el 20 de agosto hasta principios de septiembre. Viajamos para acompañar a sor Paula y sor Aleksandra el día que se recibían de enfermeras, que los últimos tres años se esforzaron mucho para lograr este objetivo al servicio de la misión y de los necesitados de esta tierra.
Fuimos un buen grupo: don Andrea, sor Claudia, Tonina y Elena, dos queridas amigas de la Comunidad, y la fuerza de cinco nuevos misioneros: Kristina, Marina, Rodolphe, Jean Christophe y sor Lorenza, que se quedan en la misión para amar y servir. ¡Que lleguemos tantos fue una linda sorpresa para toda la misión que nos recibió con mucha alegría y fiesta! Los primeros días acompañamos a sr. Paola y sr. Aleksandra en los últimos pasos hacia el diploma, que en este país tan pobre es una meta muy importante porque da posibilidad de un buen trabajo y lograr una vida más digna. En estos tres años de estudio nuestras hermanas para lograr ir a los cursos, realizar las prácticas en el hospital y estudiar, tuvieron que renunciar a la vida en la misión. Vivir en el mundo como hermana es un gran desafío y una prueba que lograron superar. Así que, terminar los estudios coincide con la alegría de poder regresar a la vida comunitaria y misionera. También los misioneros, los niños, los adolescentes, están muy felices del regreso de sr. Paola y sr. Ale y se lo festejaron con cornetas, cantos, bailes, regalos, una buena cena, una bendición en la capilla y muchos abrazos.
La presencia de Don Andrea fue un don especial para todos. Celebrar la Santa Misa, las confesiones para nuestros misioneros, es oro precioso que ayuda a su vida interior para permanecer más cerca de Dios. Personalmente, al compartir la vida cotidiana con las hermanas, los misioneros, los niños, me di cuenta del sacrificio que se vive en ese lugar y qué heroicos son los misioneros sirviendo con generosidad, amando a todos, también a los vecinos muy pobres que todos los días piden ayuda, y en soportar las enfermedades que prueban su salud.
Me conmovió la oración hecha juntos, el rosario cada mañana, la adoración, las misas. Los niños y los adolescentes participan con entusiasmo de la oración, hacen las intenciones, guían el rosario, guían los cantos tocando los instrumentos, verdaderamente me ayudaron a rezar bien, a encontrar a Jesús en sus corazones que saben dialogar con Él, a ver mis pobrezas y ponerlas en común con las de ellos delante de la Eucaristía y en el Corazón Inmaculado de María.
Otro momento especial fue el encuentro con las autoridades de la Iglesia Liberiana. Fuimos a conocer al nuevo Obispo Mons. Gabriel Blamo Jubwe, que es liberiano, y a hacer conocer nuestra comunidad. Nos recibió con alegría y reconocimiento, recordándonos que la misión está dentro del único Santuario liberiano: el Santuario de la Reina de la Paz, que es muy importante para la Iglesia liberiana. Nos confió que tiene en el corazón el deseo de hacer un lugar de oración y de peregrinaje. ¡Nos dimos cuenta que tenemos el don de vivir en un lugar mariano!
Luego fuimos a saludar al Nuncio Apostólico de Liberia Mons. Walter Erbi, que es italiano, muy amigo de los misioneros. Conocimos su nuevo secretario, también italiano, don Francesco Diano, un joven sacerdote calabrés entusiasmado por conocer misioneros italianos como él. Estaban tan contentos de encontrarse que organizaron venir a la misión antes que regresemos a Italia. Es un don tener amigos así, tan buenos y generosos que comparten con nosotros la fe y el camino espiritual en esta tierra olvidada, nos hace sentir la Iglesia cercana. Llegaron con el auto lleno de Providencia y con el embajador alemán y su mujer, que hicieron proyectos para ayudar concretamente a las necesidades de la misión.
Cuando me iba, mi corazón estaba conmovido por tanto bien visto y recibido, particularmente para mí acompañar una hermana joven como sr. Lorenza y dejarla allí fue un poco volver a vivir lo que había visto en Madre Elvira cuando me dejó en la misión de Brasil, la veía conmovida y me asombraba. Ahora que me toca vivirlo a mí comprendí profundamente lo que ella vivía…¡partir siempre es morir un poco pero como nos dice Jesús, es perdiendo la vida que se la encuentra centuplicada!
Llegamos con el corazón lleno de agradecimiento por la vida de nuestros niños, por los sufrimientos de este pueblo y por la ternura de nuestros tíos y tías, Hermanas y misioneros, que pueden brindar un amor sereno, maduro y paciente, son un bálsamo de humanidad y un abrazo de Dios por hacer fiesta al don de la vida.
Sor Claudia