Cesar |
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Antes que nada quiero dar gracias a Dios por haber escuchado nuestras oraciones, en especial las de Frieda, mi esposa, y las de nuestro hijo Gian Franco, quien durante más de 20 años sufrió las consecuencias de estar sometido a una fuerte dependencia a las drogas y el alcohol, lo cual perturbaba las relaciones familiares, con nuestros otros 4 hijos.
Mi testimonio se resume a que “Dios siempre escucha nuestras oraciones”, Él sabe lo que es mejor para nosotros y nos responde en sus tiempos y de muchas maneras, poniendo en nuestras vidas a las personas adecuadas, en los momentos correctos, para ayudarnos a reconocer la presencia de su amor en nuestras vidas y aceptar Su Voluntad.
La vida de nuestra familia comenzó a cambiar con los acompañamientos que hacíamos a la multitudinaria Procesión del Señor de Los Milagros, que se realiza todos los años, durante el mes de Octubre, denominado Mes Morado, en alusión al color de los hábitos que visten sus fieles devotos. Fue una muy querida amiga, quien nos animó a acompañar en procesión al Cristo Morado.
Mientras Frieda oraba sin cesar yo trataba que Gian Franco pudiera dedicarse a una actividad productiva, que lo mantuviera ocupado, y de esa manera alejarlo del mundo de las drogas y el alcohol. Optamos por apoyarlo en desarrollar un pequeño fundo agrícola que tenía mi familia, lo cual, a pesar de gustarle la vida de campo, no le interesó. Posteriormente lo apoyamos en el desarrollo de una pequeña empresa pesquera, dado su interés por el mar, pero tampoco se logró un compromiso de dedicación por su parte.
Gian Franco tampoco aceptaba apoyo psicológico que lo pudiera ayudar a vencer de su adicción y menos aún internarse en una casa de rehabilitación, “lo que van a hacer es solamente llenarme de pastillas y cobrarte tu dinero” me decía.
Durante todo este tiempo, innumerables noches y días nos pasábamos orando, pidiendo a Dios y la Santísima Virgen María, para que lo proteja, muchas veces terminábamos el Rosario y nuestro hijo aparecía. Muchas veces también, cuando nuestro hijo se ponía violento, nuestras oraciones en silencio lograban que se tranquilice. Así nos convencimos que la sanación de nuestro hijo debía de ser desde adentro de su mente y su corazón. Convencida de ello, Frieda seguía pidiendo en sus oraciones que Gian Franco pudiera ingresar a la Comunidad Cenácolo. Recién hacia el año 2010, conocimos el albergue Rayo de Luz, instalado a las afueras de Lima, por la Comunidad Cenácolo, donde misioneros y misioneras, liderados por Doménico y Andrea, cuidaban a niños en condición de abandono, dándoles la oportunidad de contar con una crianza en un verdadero ambiente de amor y con valores católicos. En ese tiempo, la Comunidad Cenácolo no contaba aún con una casa de recuperación para jóvenes, pero la visita a Rayos de Luz fue esperanzadora.
La Comunidad Cenácolo, como sabemos, depende de la Providencia Divina y fue recién en el año 2016, el querido Monseñor Pachi de la Provincia del Callao, canalizó la donación de un terreno de 11 hectareas, ubicado a 200 Km. al norte de Lima, con lo cual se posibilitó la fundación de la Casa para Recuperación de Jóvenes, Fraternidad Señor de los Milagros, en Supe, gracias a las colaboraciones recibidas y la concurrencia de jóvenes misioneros de la Comunidad guiados por Domenico y, Hugo, con el apoyo de Dennis, verdaderos artífices que posibilitaron la aceptación de Gian Franco a ingresar a la Comunidad.
El último tramo para lograr su ingreso voluntario a la Comunidad fue muy difícil, el pasar de una aceptación a ingresar a una verdadera determinación de dejar las ataduras creadas durante más de 20 años de adicción no habría sido posible sin la ayuda de la oración, recuerdo momentos cruciales : haber orado de rodillas con Frieda, pidiendo la intersección de San Miguel Arcángel, para que nuestro hijo logre vencer las tentaciones, gracias a Dios Gian Franco Ingresó a la Comunidad hace 4 años.
Paralelamente, con Frieda continuamos participando en los coloquios, que ahora son virtuales, por motivos de la pandemia COVID19, teniendo el encargo de recibir y orientar a las familias, que como nosotros buscan la sanación de sus familiares y ven en la Comunidad Cenácolo una esperanza de alcanzarlo. El permitir ingresar el amor de Dios a nuestros hogares mediante la, oración, perdonándonos unos a otros y confiar en la voluntad de Dios, son los principales ejes que tenemos en cuenta en las entrevistas, en las que compartimos nuestra experiencia, manifestando que habiendo tantas familias con miembros con problemas de adicción, el hecho de participar en un Cenácolo, es una gran bendición y nosotros estaremos siempre agradecidos a la Madre Elvira, el Padre Estefano y a todos los sacerdotes, religiosas, misioneros y padres comprometidos en el desarrollo de ia Comunidad alrededor del mundo.