Elisabeth y Antonio |
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Mi nombre es Elisabeth, soy brasilera, casada hace 13 años con Antonio, responsable de la casa de Jaú y tenemos dos hijas. Somos una familia comunitaria un poco distinta de las demás porque no vivimos dentro de la Comunidad como la mayoría de ellas pero esto nunca nos alejó de la vida comunitaria.
Siempre rezamos el tercer misterio del rosario en casa en familia, para que nuestras hijas puedan vivir el carisma del Cenáculo. Participamos activamente de todas las actividades litúrgicas de la Comunidad.
Hace dos años tuvimos el privilegio de poder participar por primera vez en familia de la "Fiesta de la Vida" en Italia. Fue un momento de gran alegría poder vivir esa experiencia con mis hijas y mi marido, vivimos un momento fuerte de oración, amistad y compañerismo. Pudimos ver el día a día de otras familias comunitarias y entender un poco más de la vida del Cenáculo. Nos encontramos con viejos amigos, tuvimos la posibilidad de hablar con p.Stefano y ver nuevamente a nuestra amada Madre Elvira. Fue un momento sublime poder mirarla a los ojos y sentir eso en lo profundo de tu corazón. Ella todavía se recordaba de nuestra familia, fue una emoción muy grande y uno de los días más especiales que pasamos allí.
Somos parte de esta grande familia del Cenáculo y tratamos de llevar la vida afuera como si estuviéramos en la Comunidad, con oraciones, compartiendo y tratando de hacer el bien a los demás. Somos una familia bendecida por poder formar parte de la Comunidad, por vivir la providencia divina y ayudar a las familias y amigos de los chicos que están aquí.
Nosotros como familia tratamos de vivir una vida de manera simple, ayudando al prójimo, a los amigos, orando por las personas que más necesitan, haciendo el bien sin mirar a quien, sin querer nada en cambio, solo el amor de Dios.
Tenemos mucha fe en Dios, en su amor por nosotros y también en nuestra Madre María que siempre nos ampara y nos proteje de todas las adversidades de la vida.
Cuando sentimos la necesidad de donar más, tratamos de ir a la Comunidad de Mogí das Cruzes donde hay niños carenciados, allí podemos vivir con más intensidad el carisma de la Comunidad, podemos hacer sentir a nuestras hijas la realidad que esos niños pasan, sin padres, sin amor, sin tener a nadie.
Entonces los niños carenciados cuando llegan a la Comunidad toda su vida mejora, pues encuentran amor, cariño y respeto, lo que nunca han tenido, muchos de ellos sin familia por abandono desde el naciemiento pero gracias a Dios encuentran la Comunidad y consiguen crecer de manera correcta, viviendo desde pequeños en el amor de Dios y gracias al amor de los misioneros de la Comunidad.
Siendo una familia comunitaria queremos transmitir este carisma a nuestras hijas, para que ellas crezcan entendiendo y viviendo el amor al prójimo, donándose a los más necesitados, bajo la mirada de Dios y de su infinito amor.
Estoy muy agradecida a Dios por haber conocido la Comunidad, por haber colocado a mi marido en mi vida y por haberme dado dos lindas hijas. Agradezco por todo el amor que la Comunidad nos brinda, por toda la ayuda y providencia que llega hasta nosotros.