Fabrizio y Anna

 

Fabrizio e AnnaSomos Fabrizio y Anna, felizmente casados desde hace 15 años y convencidos de que Dios ama al que da con alegría! Antes de casarnos hicimos el camino de la Comunidad para tomarle el gusto individualmente al don de la vida, ya que ambos estábamos ahogados en los engaños del mundo: trabajar mucho para ganar más y después poder gastar todo en lo que nos “gustaba”, para después tocar fondo con la droga y encontrarse con mucha rabia, tristeza e insatisfacción. El encuentro con la Comunidad nos ayudó y nos ayuda a reforzar nuestra voluntad para servir con alegría, nos hace respirar en un ambiente sano todo lo bueno y bello de la creación. Nos abrió los ojos para contemplar la presencia de Dios en nuestro pasado, presente y futuro; nos volvió más dóciles para escuchar a quienes Dios nos puso al lado; agrandó nuestro corazón y sigue transformando nuestra sensibilidad herida, saboreando en plenitud el verdadero sentido de la vida. Madre Elvira ha sido y es para nosotros esa preciosa presencia terrenal que nos relacionó con Dios y nos acercó a la Iglesia: nos recibió, amó, educó, “lavó la cabeza” (corrigió) y nos “expidió” con mucha fe a la misión. Primero a Brasil, donde nos conocimos, después de casados, nos invitó a México donde actualmente vivimos y nos sentimos miembros de la Iglesia. Convivir cada día con muchos niños que vienen de distintas problemáticas nos da mucha alegría pero también experimentamos situaciones dolorosas: con la cruz y el sacrificio nos vamos fortificando en la fe y en el amor.

Hoy estamos más determinados en querer vivir el bien siempre y en cualquier circunstancia. Conscientes de nuestra “poquedad” y más aún del amor de Dios hacia nosotros estamos convencidos y deseosos de querer amar y dejarnos amar. Para nada somos la “pareja perfecta”, nuestras pobrezas emergen constantemente y en muchas ocasiones perdemos el tiempo con nuestros mutismos, orgullo, prepotencia, pero la misericordia de Dios nos trabaja para hacernos cada día más rápidos en el perdón entre nosotros. En estos años de matrimonio también pasamos momentos de prueba pero con nuestra oración, y con la de tantos, experimentamos una nueva dimensión de cómo vivir el sufrimiento: la fe nos sostuvo permitiéndonos vivir la cruz con paz. Siempre habíamos deseado, además de los hijos que Dios nos encomendó en la misión, poder generar “nuestros” hijos, pero este sufrimiento nos hizo comprender que la verdadera esterilidad es la espiritual! Hoy nos sentimos fecundos en el amor que a través de esta cruz ha dilatado más nuestros corazones. Agradecemos a Dios, a la Comunidad y a todas las personas que nos ayudaron y nos ayudan en el día a día. Estamos cada vez más convencidos, como dice el Papa Francisco, que “si no vives para servir no sirves para vivir."

Fabrizio y Anna