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Fraternidad “Cenáculo de Guadalupe”, Enero de 2016

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Queridísima Madre Elvira, Padre Stefano y toda la familia del Cenacolo,
Les escribimos desde México para contarles la alegría que vivimos en la misión cada día. Primero agradecemos a Dios por el don de la vida de Madre Elvira, una vida que sigue testimoniándonos el amor y la potencia de Dios que obra y cumple maravillas.
 
Este año también tuvimos la alegría de hacer el Pesebre viviente: aquí en la misión de México, es costumbre desde hace muchos años realizar la llamada “Pastorela”. Por primera vez el rol de María y de José lo hicieron dos niños: Ángel y Magali. Ambos se dedicaron y esforzaron para hacerlo, la elección entusiasmó a los otros niños que participaron con más alegría y felicidad.
Es un momento esperado también por los amigos de la casa que son numerosos. Tocamos con la mano la atención de Dios: justo unos días antes de la Pastorela recibimos una generosa providencia de más de 20 tortas. Se puede decir ¡una dulce caricia de Dios! Así, junto a los “tamales” y “atoles” pudimos compartir y hacer fiesta con los amigos.
El día de Navidad los niños recibieron la inesperada sorpresa de un Papá Noel muy particular: directamente de Polonia, a bordo de un explosivo tractor adornado de fiesta, llegó al Cenáculo de Guadalupe con un remolque lleno de regalos. Todo esto gracias a la generosidad de personas que nos quieren mucho.
 
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También la Providencia espiritual llegó a nuestra puerta de la mano del querido Padre Álvaro, un joven sacerdote que nos conoce desde hace unos años, vino a visitarnos, gracias a él pudimos entrar un poco más en el corazón de las celebraciones navideñas. ¡Una bendición!
Esos días de fiesta estuvieron con nosotros los recién casados Sandra y Darius y los padres de Sandra y Daniel: papá Jaime y mamá Idalia, que desde hace muchos años siguen el camino de los padres de los jóvenes que entran en la Comunidad; es bello compartir con las familias que caminan con nosotros aunque viven en el mundo. Ahora están en casa los padres de Carolina: papá Francis y mamá Bernadette, quienes viven por primera vez la experiencia juntos. Les agradecemos su alegría y afabilidad, porque invitaron a nuestros jóvenes a una bella pero “helada” caminata por la montaña al volcán Toluca, y gracias a la mamá por la ayuda en la lavandería.
 
Esos días, cerca de Epifanía, recibimos tres dones maravillosos: David, de seis años y dos hermanitos: Juan Miguel de 5 años y Fátima de 3. Agradecemos al Señor por la confianza que nos tiene. Rezamos para poder servir a estos niños lo mejor posible y los encomendamos al cuidado y protección de nuestra Mamá del Cielo, para que custodie sus corazones y sus vidas para siempre.
 
La familia del Cenáculo de Guadalupe