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Misión Santa Josefina Bakhita, 11 mayo 2016
“Dios es amor. Y nosotros lo elegimos a Dios. ¿Lo elegimos? En realidad Él nos eligió a nosotros.
Y nosotros, felicísimos de haberlo encontrado, creímos. Creer es amar. Amar es actuar. Actuar es servir.” (Madre Elvira)
Queridísima Madre Elvira, Padre Stefano y todos,
De nuevo desde Liberia disculpándonos porque por un tiempo no les escribimos. Este tiempo de Pascua le aportó mucha vida a nuestra misión, todos estábamos ocupados, con mucha alegría, en las mil carreras cotidianas de la misión.
Poco antes de Pascua recibimos a Helena, de 15 años y Nyanquoi, de 13 que se integraron en sus respectivos grupitos adolescentes. Fue un gran don para los otros porque ahora tienen dos amigos más de su misma edad.
Nyanquoi tiene una historia especial, viene de Nimbia y sufrió mucho por la lepra. Es una gracia poder recibirlo y abrazarlo, como lo hizo Jesús, un don único y especial para nuestra misión. Por lo demás, se está adaptando a su nueva vida “civilizada”: acostumbrado a vivir en el bosque, lejos de la ciudad, muchas cosas modernas no le son familiares (¡como la cuchara, por ejemplo!) pero ya comenzó la escuela (el Primario porque no sabe leer ni escribir) y está feliz, contento y lleno de esa simplicidad pura de quien siempre vivió con lo básico y que nos hace muy bien redescubrir.
Después de Pascua recibimos otros dos niños, Denis, de 6 años, con discapacidad en una pierna que es más corta y “torcida”, pero que igual corre, salta, anda en bicicleta y hace cabriolas de acróbata, y Siaffa de 13 años. También Siaffa viene de muy lejos, de Lofa, llegó a través de dos hermanas irlandesas amigas del Padre Adrián y también con su llegada vimos la Providencia de Dios y la protección de la Virgen. Su condición física era muy débil, muy delgado y con infecciones en la piel. Luego de solo 2 semanas lo tuvimos que internar en el hospital, donde descubrieron que tenía una tuberculosis no tratada desde hacía años. Luego de tres días empezó a mejorar, gracias a varias transfusiones de sangre que algunos de nosotros pudimos donar porque eran compatibles el grupo sanguíneo, y pudo retornar a casa aunque lo espera un largo tratamiento de 6 meses. Agradecemos de corazón a la Virgen porque si le hubiese pasado esto antes de llegar a la misión probablemente no hubiera tenido la posibilidad de curarse y su vida hubiera corrido peligro.
La llegada de estos niños en los últimos meses nos hizo abrir los ojos hacia cuánto María ama a sus pequeños hijos liberianos. Hace unos meses pensábamos que la casa estaba ya llena y por eso empezamos con la obra de una nueva casa. Parecía que todo debía quedarse quieto hasta que estuviera terminada la casa nueva, pero surgieron otros pedidos para recibir niños nuevos. La casa que tenía más lugar era justo la de varones de más de 6 años, y la Virgen nos los mandó ¡ciertamente sabía que todavía había lugar! Esperamos dos más la próxima semana y agradecemos que la vida sigue golpeando a la puerta, siempre pidiendo que recibamos y amemos, no quedarnos en lo cómodo sino incomodándonos en el bien.
Los trabajos de la casa nueva siguen adelante, llegamos hasta el techo antes de la estación de la lluvia, lo que fue posible gracias a la Providencia que de mil modos no dejó de asistirnos en estos meses de trabajo. Agradecemos de corazón a todos los que con mucho sacrificio se hacen Providencia porque de verdad, no nos falta nada. Este último año contemplamos los milagros de la Providencia en muchas pequeñas cosas y no solo en el trabajo de la obra.
Desde hace unos meses un supermercado de Monrovia nos separa lo que está por vencer, nuestras amigas las hermanas españolas recibieron un contenedor enorme de comida de Canadá y lo compartieron con nosotros y con las otras realidades misioneras de la diócesis. La comida era tanta, que con alegría la compartimos con nuestros vecinos y con otros pobres. Mucha gente vino a conocernos y nos traían algo de regalo, así que en estos meses pasaron muchos amigos por la misión… ¡al final, Liberia no es el “fin del mundo”!
Otro don de la Providencia fueron 4 médicos españoles que vinieron gratuitamente por dos semanas al “Hospital Católico” para realizar toda clase de operaciones quirúrgicas, entre ellas la hernia umbilical de 4 de nuestros niños. La hernia umbilical está bastante difundida en África y se debe a que el cordón umbilical no está bien cortado en el momento del nacimiento (casi todos los partos ocurren en la casa) pero cuando el niño crece puede ser peligroso. Los doctores operaron incansablemente todo el día desde la mañana hasta entrada la noche, parando solo media hora para comer, así ayudaron a muchísimas personas que sin ellos no hubieran tenido la posibilidad de una cirugía por la falta de médicos y de instrumentos adecuados en este país. Fue muy bello conocer personas con un corazón tan grande poniendo al servicio de los demás sus dones y su profesión.
La estación seca nos regaló unos meses de buen tiempo, así, en pequeños grupos, pudimos llevar a todos los niños al mar, a una playa desierta bastante cerca de casa.
Son meses de cambios para nuestros niños (ahora son 36 ¡un bello equipo!) ya que se cambió el grupo y se están acostumbrando a las nuevas tías y tíos, ya integrados en la vida misionera. Esta semana tienen prueba en la escuela y luego hay una pausa de dos semanas para las elecciones primarias, es decir que se elegirán dos candidatos que competirán el próximo año por la presidencia del país. También para Liberia es un período de cambio, va hacia nuevas elecciones y se retiran los soldados de la UN, que habían intervenido el país en la última guerra civil y que mantuvieron la seguridad interior durante 10 años. Les pedimos oraciones por el futuro, para que sea un tiempo de paz y desarrollo para esta tierra que ya sufrió la guerra y el ébola.
¡En este tiempo de preparativos para la Fiesta de Pentecostés, nos sentimos cerca y los acompañamos con nuestras oraciones, nos gustaría estar con ustedes! ¡¡Invocamos una lluvia de Espíritu Santo para todos!!
Los encomendamos a Nuestra Reina de la Paz, en particular a ti, querida Madre Elvira, por tu salud.
¡¡Gracias querida Madre Elvira, porque nos enseñaste la vida verdadera, la que se incomoda y se alegra porque se consume en el amor!! Gracias, porque podemos abrir las puertas de nuestro corazón a estos pequeños liberianos y darle espacio a la vida que golpea. Gracias, porque nos lo enseñaste con tu ejemplo, que la vida vale más que todo.
¡¡Te abrazamos fuerte y te queremos mucho!!
¡Que tengan un Santo Pentecostés!
La familia cenacolina africana
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